Liz Méndez nos cuenta su experiencia

Liz Méndez, paciente de psoriasis, cuenta su experiencia y cómo ha sido tener que lidiar con esta enfermedad en las diferentes aristas de su vida.

LIz Méndez, 34 años, hace 14 padece psoriasis.

¿Cómo se han visto afectadas tus relaciones interpersonales con esta enfermedad?
Llevo más de 10 años trabajando en áreas de calidad, por lo que tengo que lidiar con mucha gente día a día, y a veces cuando me ven, me cuestionan de porqué trabajo en calidad, piensan que contamino la comida. Por muy cuidadoso que sean al hacer la pregunta, siempre es hiriente. No es fácil hacerle entender a una persona que esto no es contagioso, porque a veces el aspecto no es el más agradable.

¿Y con el paso de los años has sabido manejar mejor ese tipo de situaciones?
En un principio, cuando me preguntaban, yo era más inmadura y me aburría que me preguntaran siempre, así que decía que tenía sarna y que corrieran. Hoy en día me doy el tiempo de explicarles, lo que provoca que me vean con lástima, algo que tampoco me gusta. Entonces tu no sabes que es peor, que me miren con cara de «pobrecita» o con asco.

Desde que comencé con esta enfermedad, todo se ha vuelto un proceso de aprendizaje. El doctor que me comenzó a ver en un principio me incitó a que yo le explicara a la gente mi condición, porque muchas veces la gente pregunta porque tienen placas parecidas en su piel y no tienen idea qué tienen psoriasis. Gracias a él comencé a relajarme un poco.

¿Y tu familia? ¿Qué rol han tenido ellos dentro de todo este proceso?
Cuando me hice los primeros exámenes, el doctor me dijo que tenía que hacerme una quimioterapia, y cuando a uno le nombran esa palabra automáticamente pensamos en cáncer, cosa que no siempre es así. Entonces cuando le dije a mi mamá que tenía que hacerme una quimioterapia, mi familia entró en estrés porque les costó asimilar todo.

Obviamente en mi familia causó mucho dolor la noticia. Recuerdo que una vez pillé a una de mis hermanas llorando porque temían que lo que yo tenía era algo muy grave, fue algo muy duro. Con el pasar del tiempo comprendieron que si lo controlo no es tan grave, pero de todas formas cuando tengo el cuerpo muy brotado ellas se preocupan, se desesperan, y me intentan ayudar económicamente para comprar más cremas.

El tema económico debe ser preocupante también, sobre todo en Chile.
Claro, a veces pienso cómo me puedo sanar yo si la medicina es tan inalcanzable en Chile, entonces se transforma en un factor que se suma al estrés de la situación.

¿Qué consejo le darías a la Liz del pasado, cuando recién estaba siendo diagnosticada con psoriasis?
Si le tuviera que dar un consejo a mi persona de hace 14 años, cuando recién me enteré que tenía psoriasis, le diría que no se cohiba, que no se cierre, que no se aparte, porque eso nos pone peor. El tratar de no incomodar a otras personas, como me pasó a mi y como me pasa todavía en algunas ocasiones, está mal. Que no sienta vergüenza por las ronchas que salen, sino que enfrente la vida de una manera normal, porque nosotros no somos parásitos que estamos contaminando, ni tampoco somos virus. Hay que ir para adelante contra viento y marea.